Las visitas son maravillosas. Aparecen un día con un pequeño atillo como toda pertenencia y se proponen compartir contigo un pedazo de su tiempo.
LLegan con una energía desbordante, todo el mundo sabe que el tiempo de los viajes está reconcentrado y por ello es más intenso que el tiempo que pasa en la vida normal. Aquello de que "el tiempo es oro" se inventó en un largo viaje.
Te contagian de su querer pasear, ver, vivir, hablar, reír, comer y visitar y en medio segundo te ves envuelto en un torbellino de actividades.
Tú, contagiado de esa energía, les subes, les bajas, les llevas y les traes por tus rincones favoritos de la ciudad con la probablemente inconsciente esperanza de que decidan quedarse contigo y no regresar a ese lugar del que provienen.
Pero como siempre que uno se lo pasa bien, el tiempo además de ser más intenso, parece transcurrir muchísimo más rápido, y entonces uno se despierta de repente de ese sueño y vuelve a su trascurrir lento; ya todos se han ido, el tiempo vuelve a fluir despacio.
Desde el sofá, disfrutamos de ese dulce sabor que nos a dejado la visita, agotados, pero impacientes porque todo vuelva a repetirse.
6 comentarios:
Grande. Estupenda descripción de lo que las (buenas) visitas son y de la sensación que te dejan (En mi caso eso os incluye a ambos..) Muchos besotes.
espero que esto te anime a formar parte del maravilloso grupo de las visitas ;) estaremos por aqui, de momento
Qué bonito Corra. Creo que no se pueden decir mejor las cosas. Muchas gracias por subirnos, bajarnos, llevarnos y traernos. Espero veros pronto chicos!!
Y el placer es nuestro,esperamos veros muy pronto, aqui, alli o donde sea que nos lleve la vida!
Hasta entonces: buena caza y largas lunas ;)
Jajaja... Gracias por las alabanzas, pero hay que darselas a la otra parte del blog, usease a Ana... Que sí, amor, que escribes muy bien.
Pues digo lo mismo, QUÉ BONITO ANITA!!! Muchas gracias por tan bellas palabras.
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